En sus orígenes la Neuropsicología surgió como una
nueva especialidad autónoma gracias a la convergencia y las aportaciones
procedentes de disciplinas muy diferentes como neurología, biología,
neurofisiología, neuroquímica, neuro-radiología, medicina nuclear, psicología
experimental, farmacología, fisiología y psicología cognitiva.
Existen varias
concepciones sobre las formas de analizar la conducta, y las relaciones que
tiene la misma, derivada de los procesos bio-psico-sociales. En este punto la
Neuropsicología, como lo menciona Portellano[1],
“se caracteriza por ser una neurociencia conductual que se interesa por el
estudio de las repercusiones del funcionamiento del sistema nerviosos sobre la
conducta”. Presenta bases más sólidas en el ámbito científico, permitiendo a
través de esta, proponer nuevas teorías del aprendizaje, y contrastar con las
ya existentes para mejorar el abordaje terapéutico.
En cuanto a la
interdependencia profesional, el estudio de la neuropsicología, ha interesado
no solamente al área médica, con el descubrimiento de todas las conexiones
entre conducta y funcionamiento cerebral, la neuropsicología ha sido insertada
también en el área educativa, desde el ámbito pedagógico y psicopedagógico,
haciendo aportes muy interesantes.
Desde la Neuropsicología
infantil se desprenden conocimientos
básicos y útiles para muchas disciplinas, dado que un conocimiento cada vez más
riguroso de cómo evolucionan las funciones cognitivas en el cerebro y sobre la
neuroanatomía del desarrollo, permite conocer las etapas evolutivas y propiciar
nuevos aportes a la ciencia.
NEUROCIENCIA
Y NEUROPSICOLOGÍA
Como habríamos
mencionado, a través de la historia, hemos conocido un sinfín de teorías
dualistas donde se realizaban divisiones entre la concepción de la mente y del
cuerpo, como dos estadios diferentes de investigación. Toda una historia sobre
los descubrimientos de las afectaciones biológicas y las incidencias del ámbito
biológico en la conducta de hombre, nos llevó a hacer conexiones entre los
biológico y lo psicológico como un objeto de estudio único.
“Como afirma
Kandel (1996), la Neurociencia surge con el objetivo de entrelazar los
distintos estratos que conforman la realidad humana, desde la neurobiología
molecular hasta la cognición, permitiendo que podamos entender qué nos hace ser
lo que somos”.[2]
De esta manera
se realizó los primeros intentos de generar un conocimiento único sobre las
variables antes mencionadas, promoviendo la Neurociencia, desde un enfoque
interdisciplinar. Fomentando el estudio no solo de la estructura cerebral en un
ámbito meramente biomédico, sino como desde la estructura cerebral pueden
explicarse las reacciones comportamentales, definiendo las funcionalidades de
cada área, el cómo se desarrolla, y como ciertas alteraciones en la corteza,
producen reacciones en el comportamiento.
Esto posibilito
la instauración de dos grandes disciplinas: las neurociencias no conductuales o
biológicas, cuyas variables no están direccionadas a la producción de una
reacción comportamental, y están direccionadas al estudio del sistema nerviosos
propiamente dicho, y su funcionamiento interno. Las neurociencias conductuales
por su parte no solo aborda el aspecto funcional de la estructura cerebral,
sino también las reacciones conductuales derivadas de este funcionamiento,
poniendo de manifiesto a la conducta humana como una variable dependiente del
aspecto biológico, conociendo los efectos del funcionamiento normal y
patológico como origen del comportamiento.
A partir de
aquí se generaron mucha nuevas disciplinas en entre las neurociencias con
limites muy confusos en la determinación del verdadero objeto de estudio. Una
disciplina emergente es la que Portellano[3]
nos detalla como la neurociencia cognitiva, ésta “estudia los procesos mentales
superiores, como el pensamiento, la memoria, la atención o los procesos de percepción
complejos, a través de los sistemas modulares del procesamiento de la
información, a través de pruebas no invasivas como las neuroimágenes
funcionales, investigando qué áreas del encéfalo se activa al realizar
determinadas actividades. (Actividad perceptiva, cognitiva o motora).
El
extraordinario avance de las diferentes tecnologías y su aplicación a las
herramientas que se utilizan para estudiar el cerebro, han permitido tener un
conocimiento más riguroso de las diferentes estructuras y funciones
neurocognitivas. Gracias al desarrollo de tecnologías no invasivas de
digitalización cerebral y de neuroimagen (TAC, PET, MRI, MRA), y a la
experiencia adquirida en la práctica clínica, hoy tenemos un mejor conocimiento
sobre la plasticidad cerebral, las formas de estimulación más adecuadas y un
mejor conocimiento de las capacidades y operaciones mentales[4].
(Gamo, J.R. 2012)
A pesar de la
emergente creación de nuevas disciplinas, la neuropsicología se posiciona como
una neurociencia conductual que se dedica principalmente al estudio de la
relación entre el cerebro y la conducta, tanto en personas con o sin patología
o lesión cerebral. Que haciendo uso de las herramientas correctas, ha hecho
aportes en la comprensión de las funciones mentales superiores, y relacionando
estas como resultado del procesamiento cerebral. Diferenciándose de la neurociencia
cognitiva al incluir la utilización de los test neuropsicológicos,
estableciendo una nueva metodología de estudio.
Enmarcado en
los aportes de teóricos localizacionistas, a través de la neuropsicología se
impulsó el estudio de las áreas funcionales del cerebro, descubriéndose las
fallas anteriores en evidenciar que existían ciertas partes del cerebro que
dominaban una u otra función. Investigaciones al respecto hoy nos permiten
conocer, que existen grandes áreas involucradas en la acción comportamental, y
en las actividades cognitivas.
De esta forma
se establece dos modalidades de neuropsicología; la neuropsicología básica, que
se interesa más en el estudio de las relaciones cerebro-conducta, prestando
atención a la naturaleza de los procesos mentales que están representados en el
cerebro, y la neuropsicología clínica que estudia la repercusión del daño
cerebral sobre el comportamiento.[5]
(Portellano,
J.A. 2005)
Varias son las
características de abordaje que aporta la neuropsicología al ámbito de las
neurociencias conductuales; se preocupa de la evaluación de las funciones
mentales superiores, funciones ejecutivas, así como sus correspondientes
patologías, se centra en comprender el funcionamiento de la corteza cerebral
asociativa atendiendo a que ésta es el centro integrador de la actividad mental
superior, y que es la zona más propensa a recibir lesiones, provocando
alteraciones en las funciones mentales y en la conducta emocional, aunque no
excluye el estudio de otras áreas del encéfalo. (Portellano, J.A. 2007)
Como menciona
Portellano[6],
“la neuropsicología infantil, también denominada neuropsicología del
desarrollo, es una neurociencia conductual que estudia la relación entre la
conducta y el cerebro en desarrollo, con el objetivo de aplicar los
conocimientos científicos de dichas relaciones, para evaluar y compensar las
consecuencias derivadas de lesiones cerebrales producidas en el trascurso de la
infancia”. Estableciendo el factor diferencial con respecto al adulto, en la
dinámica evolutiva del cerebro en desarrollo, y las cualidades distintas en las
consecuencias de las lesiones cerebrales, dado que en la infancia el
metabolismo cerebral es mucho más intenso, y existe mayor facilidad de en la
recuperación de las funciones afectadas por algún daño.
Hay que
entender que el cerebro infantil no es lo mismo al de un adulto, ya que en el
niño el cerebro se encuentra en un activo y constante desarrollo, no así el de
un adulto donde el desarrollo ya se completó, por lo cual se toma en forma
diferente todos los planteamientos relacionales entre Cerebro y Conducta.
Debido a la mayor neuroplasticidad con que cuenta el cerebro infantil,
cualquier tipo de lesión cerebral que se presente en esta etapa es de mejor
pronóstico.
“La
neuropsicología se constituye como una rama de la ciencia psicológica,
situándose en el cruce entre los componentes de la psicología y las
neurociencias, proponiendo un modelo que intenta explicar la base material y
funcional sobre lo que se asientan los fenómenos normales y patológicos de la
mente humana” [7]
(Paterno R.M. y
Eusebio C.A, 2001)
Como habíamos
comentado anteriormente, la Neuropsicología infantil, también presenta las dos
modalidades, la neuropsicología del desarrollo básica, direccionada al estudio
de los procesos neurales que subyacen en la conducta infantil, buscando
explicar las causas de la conducta normal, y la neuropsicología clínica
infantil, orientado al estudio de los daños cerebrales desde la fase
embrionaria hasta el final de la infancia. [8]
De esta forma se centra en el estudio de las discapacidades cerebrales
producidas por alguna agresión al sistema nervioso en una edad temprana,
proponiendo niveles de acuerdo a la gravedad de la misma.
LOS ORÍGENES DE LA NEUROPSICOLOGÍA INFANTIL
La
consolidación de la neuropsicología infantil es más reciente que la del adulto,
introducida recién a partir de la admisión como disciplina autónoma por la
comunidad científica a partir de la década del sesenta. Recibiendo diferentes
denominaciones de acuerdo en el que se le utilice, estableciendo
fundamentalmente criterios específicos para evaluar, prevenir e intervenir los
problemas cognitivos derivados de algún daño. (Portellano,
J.A. 2007)
En el
desarrollo de la neuropsicología infantil han contribuido muchos factores,
entre ellos el aumento poblacional infantil a nivel mundial debido a las
mejoras en las condiciones sanitarias y asistenciales, lo que conllevó a la
aparición de diferentes tipos de problemas en el desarrollo que resultan en
secuelas físicas, sensoriomotoras y cognitivas, y justificando de este modo el
abordaje neuropsicológico de determinadas patologías. Esto también propició el
aumento de la diversidad de profesionales que intervienen en la atención de
niño/a, promoviendo un abordaje multidisciplinario. (Portellano,
J.A. 2007)
“Las
conceptualizaciones neuropsicológicas en el adulto si bien son muy importantes,
han aportado poco a la concepción básica del funcionamiento neuropsicológico
del niño, que posee un cerebro en evolución y por lo tanto se presentaran más
dificultades en analizar sus funciones cerebrales superiores pues tienen un
modo de expresión clínica menos específica”. (Lefevre, 1989 Paterno R.M., Eusebio C.A 2001), esto implica un
aumento significativo no solo en el área de la investigación de las diferentes
manifestaciones funcionales, sino también una perspectiva más integracionista
en el abordaje terapéutico de aquellas patologías que lo requieran y las
repercusiones que podría ocasionar algún daño cerebral en el desarrollo
funcional de niño.
Sin
duda será trascendental lo que hagamos en la estimulación y entrenamiento de
nuestra funciones cognitivas durante la etapa infantil, atender y promover a la
neuropsicología del desarrollo, con el objetivo de adaptar las condiciones de
estimulación, a las necesidades individuales de cada individuo y la etapa de
maduración de cada individuo para lograr un desarrollo integro.[9]
(Gamo, J.R. 2012)
ÁMBITOS
EN LA NEUROPSICOLOGÍA INFANTIL
Portellano,
menciona que la neuropsicología infantil pretende contribuir en el conocimiento
de las relaciones entre el comportamiento y el cerebro en desarrollo,
articulando cuatro ámbitos de acción.[10] (Portellano,
J.A. 2007)
Evaluación neuropsicológica: consiste en la utilización de diferentes técnicas
clínicas, psicométricas o neurológicas para conocer las peculiaridades de del
procesamiento cognitivo en niños normales y en los que presentan algún
trastorno, lesión o disfunción del sistema nervioso.
Según,
Paterno R.M. y
Eusebio C.A (2001), el objetivo central de la evaluación neuropsicológica es la
comprensión del modo en que las funciones neurocognitivas se encuentran
afectadas por patologías neurológicas en un cerebro en desarrollo y la
identificación del nivel y la calidad de la funciones preservadas, es muy
importante aclarar que el diagnostico neuropsicológico no es un proceso sino
una estructura, conceptuándolo como un todo interrelacionado con posibilidades
de alterar el orden de las funciones, teniendo en cuenta el paradigma
holístico.
Rehabilitación
cognitiva: la
intervención en la neuropsicología recibe la denominación de rehabilitación
neuropsicológica o cognitiva. Refiriéndose de esta forma a la intervención como
el conjunto de medidas terapéuticas que permiten estimular al máximo las funciones
cognitivas que no han sido adquiridas por el niño, o recuperarlas en caso de
que hayan sido parcial o completamente abolidas tras una lesión cerebral.
Este tipo de rehabilitación se aplica bajo dos premisas muy importantes; primeramente atendiendo a la
especificidad, que consiste en la necesidad de preparar programas de
rehabilitación cognitiva de adecuados a cada niño; y la precocidad donde incide
el grado de recuperación que puede alcanzar el niño en función de la edad en la
que se ha producido el daño.
Prevención del
daño cerebral: haciendo
hincapié en las posibles consecuencias mórbidas sobre la conducta emocional y
los procesos cognitivos, como secuelas negativa de daño cerebral en la
infancia, utilizando la prevención para minimizar la incidencia.
Para el efecto se presentan tres niveles de prevención; la primaria, donde se busca contribuir en
la prevención antes de la aparición del daño cerebral, identificando
poblaciones de riesgo, entre las cuales se encuentran los niños nacidos en
forma prematura, con antecedentes genéticos de patologías del sistema nervioso,
prevención de accidentes de tránsito entre otras, a través de campañas de
prevención. Con la prevención secundaria,
se apunta a la intervención neuropsicológica precoz, una vez sobrevenido el
episodio de daño, de manera a favorecer al máximo la recuperación de las
funciones cerebrales alteradas, incluyendo también la necesidad de
intervenciones cognitivas especializadas en niños que presenten patologías
neurodisfuncionales de menor gravedad. A sabiendas que la demora en el
diagnostico o en el tratamiento implicaría un incremento en el riesgo de
fracaso escolar, dificultando también su recuperación. Los niños con graves
discapacidades cerebrales que son sometidos a programas de estimulación intensiva
varios años después de haberse producido la sesión cerebral también pueden
experimentar mejoría, y en muchos casos actuar como previsor del riesgo de
mayor deterioro cognitivo, este tipo de acciones paliativas forman la
prevención terciaria.
Investigación: este campo dentro de la neuropsicología infantil
está muy poco desarrollado, abordado mayormente desde la perspectiva biomédica,
aún falta profundizar en el diagnóstico y rehabilitación de muchos cuadros
asociados al daño o la disfunción cerebral. De igual modo, la mayoría de las
pruebas de evaluación neuropsicológica no están adaptadas ni traducidas a
poblaciones hispanohablantes, por lo cual desde el ámbito de investigación se
debe hacer aportes, no solo en la actualización del insuficiente repertorio,
sino también en la creación de nuevas pruebas, la investigación de los perfiles
neuropsicológicos de patologías pediátricas con implicancias neurofuncionales y
el desarrollo de nuevos programas de rehabilitación cognitiva.
NEUROPSICOLOGÍA
Y LA ESCUELA
Como mencionó
Toledo (1994), la escuela es un escaparate donde se proyectan ampliamente
diferentes tipos de trastornos, por lo que es de vital importancia proveer a
los educadores de conocimientos básicos de neuropsicología infantil, de modo a comprender
y orientar más eficazmente a sus alumnos, especialmente en las etapas iniciales
de la educación escolar.
A pesar de los
avances actuales, es aun un desafío el perfeccionamiento de las técnicas de
evaluación de los problemas neuropsicológicos infantiles, buscan eliminar las
prácticas de psicodiagnóstico erróneo dilatando el apropiado abordaje
terapéutico, y propiciando mayores dificultades en el rendimiento escolar, al
utilizar medidas educativas inadecuadas
o poco específicas. (Portellano,
J.A. 2007)
Las
neurociencias nos permiten un conocimiento más exhaustivo de las funciones y
procesos cognitivos, así como han demostrado la importancia/influencia que
tienen las emociones en el cerebro. Cuando los estímulos tienen la capacidad de
generar curiosidad en el cerebro, esta se transforma en interés por aprender.
Si esta experiencia es satisfactoria, la alegría que produce se convierte en el
motor que mantiene en marcha nuestra motivación, lo que nos empuja con ilusión,
esfuerzo y perseverancia hacia nuestras metas. Las neurociencias han demostrado
que aprendemos mejor cuando hay implicación emocional. (Gamo, J.R. 2012) Muchas
veces los servicios educativos de las escuelas públicas (orientadores, psicólogos y psicopedagogos)
no siempre disponen de los recursos suficientes que permitan realizar un diagnóstico
apropiado de los niños disfuncionales, y la mayoría de estas instituciones no
disponen de profesionales especializados en la neuropsicología, por lo que es
necesario profundizar en la temática de la transferencia de información en
ámbitos educativos como método de prevención.
Tanto educadores
como neurocientíficos están interesados en el aprendizaje y en como
optimizarlo. Desde la neuropsicología se investigan los procesos por los cuales
el cerebro aprende y recuerda, desde el nivel celular (microestructuras) hasta
los sistemas cerebrales (macroestructuras), el aprendizaje desde este punto de
vista, implica esencialmente cambios en la conectividad neuronal, la liberación
de neurotransmisores durante las sinapsis puede ser alterada, o las conexiones
entre neuronas pueden ser fortalecidas o eliminadas gracias al aprendizaje y a
la experiencia. López Escribano C. (2009)[1]
Muchas
patologías de incidencia neurológica ya están presentes a partir de la primera infancia, por lo cual Portellano,
J.A. (2007) presenta
las siguientes consideraciones que los docentes deberían tener en cuenta; es
sumamente importante no excluir la hipótesis de disfunción cerebral, al tratar
con alumnos que presentan fracaso escolar; cuando se observen signos de
inmadurez o dificultad para el aprendizaje en forma persistente, es prudente
solicitar una consulta con orientación escolar, de manera a no dilatar la
atención del alumno y promover la adecuada evaluación; mantener una actitud
positiva hacia el niño con disfunción neurocognitiva, evitando medidas extremas
de sobreprotección o incomprensión frente al problema; actuar coordinadamente
con los profesionales que llevan adelante el tratamiento neuropsicológico, para
apoyar el desarrollo escolar del niño.
Los avances
mostrados por las ciencias de la educación en comprender el aprendizaje del ser
humano son innegables. Sin embargo todavía no se puede decir con certeza, que
estos avances se inserten adecuadamente con fundamento y rigor científico. Aún
se está lejos de hacer predicciones y controlar los mecanismos de aprendizaje
que se manifiestan en los estudiantes, así como el dotar de capacidad
suficiente a docentes basados en resultados aislados del que enseña.[2]
Megollón E. (2010). Por lo cual el proyectar la investigación neurocientífica a
nivel escolar, impulsaría no solo la mejora en el ámbito del aprendizaje, sino
también instauraría un nuevo paradigma de abordaje mas científico.
CONCLUSIÓN
Hoy día, la proyección de la mejora integral de los
abordajes de tratamiento de las problemáticas de disfunciones escolares
derivadas de algún daño cerebral en cualquiera de sus instancias, dentro de la
escuela pública paraguaya, podría sonar un tanto utópico, dado la creciente
demanda distractora de otras variables, diagnosticadas erróneamente como de
mayor prioridad. No existe una buena inversión pública en capacidad técnica,
sumado a esto, la carente disponibilidad de servicios de salud especializados,
que empujan a las unidades poblacionales de menor capacidad adquisitiva, a
barreras cada vez más infranqueables para la inclusión, y a la constante
respuesta de incertidumbre ante problemas fácilmente solucionables por
especialistas en neuropsicología.
No obstante, es positivo promover la difusión del
conocimiento, articulando una suerte de prevención integral, para la creación
de un nuevo paradigma profesional, partiendo desde las áreas más necesitadas de
asistencia. La clave es la incidencia en la población infantil promoviendo
acciones en aquellas poblaciones de mayor vulnerabilidad, y con mayor
dificultad de acceso.
En nuestro país existen diversos tipos de
profesionales, dispuestos a brindar apoyo al cambio de mentalidad de estatismo
arraigado, es más trascendental articular acciones fuertes de consolidación de
nuevas perspectivas de actuación, partiendo desde la promoción de la necesidad
de abordar interdisciplinariamente cualquier problemática que en muchos casos
es abordado erróneamente. Basta con hacer un recuento de todo lo expresado
anteriormente sobre la importancia de las neurociencias, para dar un paso hacia
la innovación de las prácticas improductivas.
Se han realizado ya avances importantes en la
investigación neurocientífica, lo fundamental es que ya existe un camino
recorrido, y es altamente factible la aplicación de dichos conocimientos en
nuestro medio, lo ideal es orientar la meta, y comenzar las acciones de cambio.
por Edgar R. Reyes Cuellar
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
- Portellano, J.A. (2007), Neuropsicología Infantil, Editorial Síntesis S.A. Madrid
- Portellano, J.A. (2005), Introducción a la Neuropsicología, Mc Graw Hill. Madrid.
- Paterno R.M., Eusebio C.A. (2001), Neuropsicología Infantil, sus aportes al campo de la educación especial – www.fnc.org.ar.
- Gamo, J.R. (2012). La neuropsicología aplicada a las ciencias de la educación, Centro de Atención a la Diversidad Educativa (CADE), Madrid.
- López Escribano C. (2009), Aportaciones de la Neurociencia al Aprendizaje y Tratamiento Educativo de la Lectura. Universidad Complutense de Madrid. Edic. U. Salamanca.
- Megollón E. (2010) Aportes de las neurociencias para el desarrollo de Estrategias de enseñanza y Aprendizaje de las Matemáticas. Revista Electrónica Educare. Vol. XIV
[1] López
Escribano C. (2009), Aportaciones de la Neurociencia al Aprendizaje y
Tratamiento Educativo de la Lectura. Universidad Complutense de Madrid. Edic.
U. Salamanca.
[2] Megollón
E. (2010) Aportes de las neurociencias para el desarrollo de Estrategias de
enseñanza y Aprendizaje de las Matemáticas. Revista Electrónica Educare. Vol.
XIV
[1] Portellano, J.A. (2007),
Neuropsicología Infantil, Editorial Síntesis S.A. Madrid. Pag. 11
[2] Portellano,
J.A. (2005), Introducción a la Neuropsicología, Mc Graw Hill. Madrid. Pag.3
[3] Portellano, J.A.
(2007), Neuropsicología Infantil, Editorial Síntesis S.A. Madrid. Pag. 14
[4] Gamo,
J.R. (2012). La
neuropsicología aplicada a las ciencias de la educación, Centro de Atención a
la Diversidad Educativa (CADE), Madrid
[5] Portellano,
J.A. (2005), Introducción a la Neuropsicología, Mc Graw Hill. Madrid.
[6] Portellano, J.A.
(2007), Neuropsicología Infantil, Editorial Síntesis S.A. Madrid. Pag. 17
[7] Paterno R.M., Eusebio C.A. (2001), Neuropsicología
Infantil, sus aportes al campo de la educación especial – www.fnc.org.ar
[8] Portellano, J.A. (2007),
Neuropsicología Infantil, Editorial Síntesis S.A. Madrid. Pag. 17
[9] Gamo,
J.R. (2012). La
neuropsicología aplicada a las ciencias de la educación, Centro de Atención a
la Diversidad Educativa (CADE), Madrid
[10] Portellano,
J.A. (2007), Neuropsicología Infantil, Editorial Síntesis S.A. Madrid. Pag. 20
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